El placer femenino nunca ha sido una prioridad. El placer de las mujeres, en filosofía, apenas ha sido tratado. Este proyecto es un trabajo de simbolización del clítoris, un órgano históricamente invisibilizado, simbólicamente borrado, tachado y en ciertos lugares físicamente mutilado.

El clítoris, ausente de los libros de anatomía, de los cuadros, de las esculturas, ausente de las mentes y de los cuerpos mismos, ha sido durante mucho tiempo el órgano del placer borrado. Expulsado también de los manuales de anatomía y de los discursos psicoanalíticos y filosóficos.

¿Hoy, este olvido del clítoris parece reparado? ¿El clítoris ocupa un lugar de honor? Se le dedican conferencias, libros, manifiestos, obras de arte que conjuran felizmente esta invisibilidad histórica. Se reconoce la autonomía del goce clitoridiano. Se afirma toda una nueva geografía estética y política del placer, más allá de la matriz heterosexual.

¿Por qué el la clítoris?

1. Porque todavía hoy la clítoris es un símbolo mudo. Este órgano de placer nunca ha sido un órgano de pensamiento. La sexualidad sigue subsumida en prácticas sexuales masculinizadas, según los cánones de la vaginalidad (patriarcal) impuesta a las mujeres. Se habla en este sentido de una brecha orgásmica (Paola Damonti).

2. Porque todavía hoy lleva la huella de una herida. Porque las mutilaciones sexuales todavía son moneda corriente. Porque el placer se niega aún a millones de mujeres. Hablamos escandalizadas de la clitoridectomía en otros países sin asociarlas con la que nosotras sufrimos: la clitoridectomía simbólica, que ha desembocado en el indigno alquiler de úteros.

3. Porque es un lugar enigmático de lo femenino, que todavía no ha encontrado su lugar y suscita interrogantes.

No estoy sola, el trabajo y pensamiento de otras mujeres me acompaña: Sor Juana Inés de la Cruz, Emily Dickinson, Carla Lonzi, María-Milagros Rivera Garretas, Gayatri Spivak, Catherine Malabou, Mithu Sanyal.

Antecedentes

En 2019 inicié el proyecto Clitoria que se expuso en el espacio Apaindu. El punto de partida fue una cita de la ensayista y activista social estadounidense Barbara Ehrenreich que encontré por casualidad y que llamó mucho mi atención: “Con toda la charla sobre cómo estimularla, pensarías que la economía es un clítoris gigante”. En este trabajo anterior me centré en la relación entre clítoris y valor; clítoris y dinero; la borradura del clítoris como una metonimia de la devaluación social de la mujer. Un enfoque que desde de lo económico hablaba del placer sexual femenino y su ausencia.

Por otra parte, la serie de obras en las que utilizaba la figura del balancín, iniciada en 2007, también incidía en la contraposición entre la economía del útero, de la reproducción, frente a la del cuerpo (femenino) como lugar del placer.

Historia política del clítoris

Durante este año he completado esta “historia” política del clítoris desde un ángulo completamente diferente. En mi investigación sobre este órgano, tuve la suerte de encontrarme con María-Milagros Rivera Garretas y su precioso libro “El placer femenino es clitórico”. Me permitió otro enfoque, a través del camino de las mujeres místicas que contribuyeron a la creación de la conquista feminista.

Mi interés por las imágenes religiosas de la ascensión de la virgen comenzó, si no recuerdo mal, hacia el 2010. Fue a raíz de un texto del escritor y psicoanalista Gérard Wajcman, “El objeto de abajo”, sobre la sublimación, el ascenso y caída del objeto en la sociedad de consumo y aludía a ciertas imágenes religiosas de Cristo y la ascensión de la Virgen como angelicalmente asistida. Esto me dio la idea de cruzar las ascensiones con los ascensores y realicé algunos collages al respecto, que nunca he publicado ni expuesto.

A estas imágenes seguí dándole muchas vueltas, sin llegar nunca a nada que me convenciera, siempre con la duda de cómo hacer con la carga simbólica, histórica y religiosa de algo tan significado como la Virgen María.

De la lectura de diferentes textos de María-Milagros Rivera Garretas he tomado la idea de la ascensión como afirmación de la política sexual, y esto ha sido el motor de la mayor parte de los trabajos de este proyecto. La ascensión como signo de mujer clitórica, de libertad sexual, del placer clitórico, al margen de los monoteísmos y el canon vaginal.

Mi interés en el cuerpo, en el pensamiento sobre el cuerpo, no quiere tomar perspectivas estáticas. Mi abordaje sobre el clítoris no quiere ser esencialista, apegado a una supuesta identidad de la mujer. También quiero escapar de la fetichización del órgano y de la fisiología.

Soy consciente que la ruptura de la binariedad y los sentidos de las diferencias sexuales ha despojado al clítoris del status de órgano genital, privilegio de la “mujer”. Pero me niego a que los desarrollos de los nuevos géneros, cuerpos y sexualidades supongan para el clítoris una nueva borradura.


Este proyecto ha sido seleccionado en el programa de AYUDAS A LAS ARTES PLÁSTICAS Y VISUALES 2022 del Centro Huarte.

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